“Lo que hay que hacer es ‘evangelizar’ y que cada vez haya más gente formada e informada”
Entrevista con Ángel Ruiz, coordinador de Ecooolocal y Salvador Moncayo, técnico de Aeioluz

14 de març de 2019 – Como dos activistas. En otros momentos de la entrevista también se definirán como dos evangelizadores. Incluso como un par de abejas que están polinizando el germen de un cambio. Ángel Ruiz, coordinador de Ecooolocal, y Salvador Moncayo, coordinador técnico de aeioLuz, están luchando en favor de un nuevo modelo energético, limpio, sostenible y en manos de las personas. Un nuevo paradigma enraizado en pilares como la socialización energética, el bien común, la participación ciudadana o la democratización del modelo energético. En esta conversación a dos voces abordamos las razones que les motivaron a pasar a la acción, los principales obstáculos que están encontrando en el camino y las claves para que el cambio de modelo energético sea posible.
El proyecto Ecooolocal surge del encuentro de dos experiencias innovadoras en el ámbito la participación ciudadana en materia de energía: Ecooo, una empresa de no lucro que desde 2005 promueve un cambio de modelo energético a través de la participación activa de la ciudadanía, y el proyecto Rubí Brilla impulsado desde el ayuntamiento de Rubí, un proyecto pionero de eficiencia energética y el uso de energías renovables en entornos industriales, comerciales y domésticos que ha hecho de este municipio catalán una referencia nacional e internacional.
Por su parte, el eje de actuación de la cooperativa aeioLuz es la educación. El equipo de aeioLuz concentra sus talleres formativos en colegios, hogares, PYMES e instituciones públicas de la Comunidad Valenciana. El objetivo es conseguir que la ciudadanía se sienta participe de un nuevo modelo basado en el ahorro energético y las energías renovables.

¿Cuáles son las claves para avanzar hacia una transición energética ciudadana?
Ángel: Voluntad política y participación ciudadana. La clave está en transmitir conocimientos y generar concienciación. Lo que tenemos claro es que sin participación ciudadana no habrá una verdadera transición energética. Cuando hablamos de transición energética hay que dejar claro qué tipo de transición energética queremos. Nosotros proponemos la más democrática, la que esté en manos de las personas, no una transición energética en la cual el control de la energía siga en las manos de los mismos que la tienen ahora.
Lo que hay que hacer es “evangelizar” y que cada vez haya más gente formada e informada. La solución no es llenar los techos de placas solares si la gente no es consciente de para qué sirve. Nuestro objetivo es informar y transmitir conocimiento para que la gente sea consciente, finalmente se implique y forme parte del cambio.
¿Por qué os decidisteis a pasar a la acción?
La verdad es que hay muchos proyectos paralelos y satélites en torno al consumo responsable. Todo ello nos da el empaque necesario para pensar en nuevas ideas y poder compartir y seguir avanzando. Por ejemplo está Som Energía, Som Conexió…, siempre intentamos colaborar con estas entidades. Somos muchos ‘Som’ y nos intentamos dar apoyo mutuo entre nosotros.
¿Cómo fueron los inicios?
Ángel: Difíciles. Al principio no teníamos un conocimiento de cuál era la situación, poco a poco te vas metiendo y al final te vas empapando de todo y te acabas convirtiendo en un activista. Fue así como nació el proyecto Rubí Brilla, primero era una necesidad de reducir los costes energéticos y finalmente te das cuenta que con eso no es suficiente, que se necesita un cambio más radical. Más tarde empiezas a conocer gente que piensa como tú, que lleva mucho tiempo trabajando estos temas. Aparece Ecooo, aparece la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y otras organizaciones que tienen el mismo fin, te das cuenta que no estás solo. Y entonces nos preguntamos, si está funcionando el proyecto en Rubí, ¿por qué no empezamos a replicarlo? Y ahí fue donde empezó a darse a conocer, sobre todo gracias a la cooperación de estas organizaciones y la gente que lo vio como un modelo a replicar en sus municipios.
“Nuestro objetivo es informar y transmitir conocimiento para que la gente sea consciente, finalmente se implique y forme parte del cambio”.
¿Qué grado de concienciación encontráis entre la clase política y las instituciones públicas?
Ángel: Yo creo, por la experiencia que llevamos en más de 60 Ayuntamientos, que no todos los políticos en España saben realmente lo que es la transición energética como la entendemos nosotros y lo más importante la necesidad de ponerla en marcha. Nuestro objetivo precisamente es hacérselo ver, lo que intentamos es transmitir nuestro conocimiento, aunque nos encontramos con infinidad de resistencias, tanto desde un punto de vista político como técnico. En cambio, cuando trabajamos con los proyectos 50/50 con los chavales, es muy sencillo. Los chavales lo asimilan de una manera muy rápida. Ellos tienen una capacidad de absorción y de innovación alucinantes, cero resistencias al cambio, cuando tratas con los adultos, los prejuicios generan resistencia al cambio y en definitiva al proyecto.
¿Os viene a la memoria alguna anécdota interesante de vuestro trabajo en los colegios?
Salvador: En el Colegio de San Isidre de Valencia estábamos trabajando con el tema de las temperaturas de la calefacción. Los alumnos decidieron hacer unas encuestas entre toda la comunidad educativa, tanto compañeros como profesores, y llegaron a varias conclusiones muy interesantes. Primero descubrieron que el 20% de los alumnos pasaba frío. Siguieron con la investigación y al final concluyeron que, aproximadamente el 80% de las personas que decían que tenían frío, eran las mismas que no iban con la ropa adecuada al colegio. De modo que ellos mismos se organizaron e hicieron un llamamiento en el cole para cambiar esta situación. Todo eso se lo cocinaron y prepararon ellos mismos.
Ángel: Cuando en un Ayuntamiento no hay esa participación e involucración, lo primero que se hace en materia de eficiencia es ir a los colegios y cambiar los LEDS o instalar una caldera nueva más eficiente. Con el proyecto 50/50 se ha bajado de media un 20% el consumo energético en los colegios gracias a la participación ciudadana y sin hacer ninguna de las inversiones que comentábamos antes. Pero el proyecto no consiste en bajar ese 20%, sino que has conseguido involucrar a 400 chavales a los que les ha cambiado el chip. Esa es la auténtica transición energética. Porque ellos son conscientes que lo tienen que hacer porque es la forma de que eso se mejore, además de poner en valor lo público, el dinero público, la necesidad de consumir menos energía, contaminar menos, en definitiva lo que hablábamos antes una transición energética más participativa y democrática.
¿Cuál es la parte más gratificante de vuestro trabajo?
Ángel: Donde vemos que hay mayor gratificación es en la educación y la transferencia de conocimiento. Un ejemplo, los proyectos 50/50 es cuando te das cuenta que el mensaje está realmente calando y funciona. Eso es muy gratificante, porque te das cuenta que la clave está en la educación. Pero la pregunta es, ¿hay tiempo? Son proyectos a largo plazo, porque estamos trabajando con chavales que ahora tienen 11 y 12 años. La duda que nos surge es si vamos a poder aguantar 30 años hasta que estos jóvenes alcancen posiciones de poder en la sociedad. Por lo que somos conscientes que es importante, necesario, imprescindible pero no suficiente.
En esta línea, la Agenda 2030 nos advierte de que quizás seamos la última generación que “todavía tenga posibilidades de salvar el planeta”. ¿Estáis de acuerdo con este diagnóstico?
Ángel: Quizás seamos la última generación con la capacidad para cambiar esa tendencia. Porque si no lo hacemos nosotros, las siguientes generaciones ya llegarán tarde. Generaciones aún quedan unas cuantas, aunque no sé qué calidad de vida van a tener. Quizás sí que seamos la única generación que tengamos la capacidad de cambiar la dirección.
Salvador: Las cuentas no cuadran, es decir, que si multiplicamos lo que consumimos por las disponibilidades, el resultado no sale. Por ejemplo, hace no mucho la ONU habló de dos años, y la ONU no tiene pinta de hablar sin conocimiento de causa. Al final la diferencia va a estar en cómo vamos a evolucionar para adaptarnos, porque si no nos adaptamos el planeta seguirá su marcha, su ciclo, y será otro momento más en el que la vida en el planeta tuvo una transgresión importante, como fue con los dinosaurios por ejemplo.
“¿Cómo es posible que la energía esté en manos de poderes económicos que lo que busca es maximizar beneficios? ¿Un bien básico y necesario tiene que estar en manos de cuatro que lo que buscan es ganar dinero?”.
Vosotros apostáis por introducir cambios estructurales que permitan “disfrutar de una vida digna sin sobrepasar los límites que nos impone la naturaleza”. ¿Qué entendéis por una vida digna en términos energéticos?
Ángel: Si ahora cogemos a una persona por la calle nos dirá qué es para ella una vida digna. Pero si ahora le pregunto a una persona que está en un pueblo de África, la respuesta será muy diferente. ¿Quién puede decir que una persona que vive en África o en la India no tiene los mismos derechos a tener la misma vida que tengo yo aquí? ¿Quién determina eso? ¿Quién decide qué es una vida digna? ¿Quién marca estos parámetros? Me gustaría recordar un frase de Pepe Mujica Ex presidente de Uruguay que dice “El hombre debe pensar como especie” y otro proverbio indio que dice “La tierra no es herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos”, creo que con esto a buen entendedor pocas palabras bastan.
Salvador: Sí, o al revés, en lugar de tener un estándar alto, una vida digna puede ser una cosa tan sencilla como ser feliz en tu contexto con los límites de alimentación y de habitabilidad cubiertos, que al final es la teoría del decrecimiento sostenible. Decrecimiento no significa estar peor, pero sí que es cierto que el crecimiento infinito no es posible, con lo cual hay que buscar ese punto y en cada contexto.
Uno de vuestros lemas es “un nuevo modelo energético en manos de las personas para las personas”. ¿Actualmente en manos de quién está la energía?
Salvador: En el oligopolio, en 5 grandes empresas. Ahora mismo tenemos grandes plantas con una producción súper centralizada en grandes plantas lejanas que generan unas perdidas brutales en transporte, de hasta el 30%, que además evidentemente se refleja en el recibo.
Ángel: ¿Cómo es posible que la energía esté en manos de poderes económicos que lo que busca es maximizar beneficios? ¿Un bien básico y necesario tiene que estar en manos de cuatro que lo que buscan es ganar dinero? ¿Qué empresa es capaz de decir usted no tiene derecho a la energía, a tener una vida digna porque no la puede pagar? ¿No suena raro?
Salvador: Por eso es importante dar ese salto de la producción centralizada a la distribuida. Que se permita, como en otros países de nuestro entorno como Portugal, que cada uno sea capaz de producir su propia energía y de decidir cómo la gestiona.
Ángel: Ahora ya no necesitamos grandes centros de producción de energía, sino que alguien puede poner una placa solar en su casa y generar su propia energía. Por eso es normal que las grandes energéticas opongan resistencia, una resistencia económica, política y mediática.
¿Cuáles son las principales líneas de acción que tenéis en marcha en la Comunitat Valenciana?
Salvador: Estamos trabajando en muchos frentes, por ejemplo ahora trabajamos en los mercados de Valencia. Ofrecemos herramientas prácticas para mejorar y reducir el consumo energético. Y además analizamos con los participantes el porqué de estas medidas. También con los proyectos 50/50, en Ayuntamientos, en Diputaciones, cursos de pobreza energética en los Servicios Sociales, la economía doméstica sostenible…
¿Qué pueden hacer las asociaciones para facilitar este cambio energético?
Ángel: Podemos reconstruir desde el propio consumo. Por ejemplo, imagínate que cogemos el consumo de 1.000 vecinos, ¿cuánto consumen en fruta, en energía, en telecomunicaciones…? Y cuando sumas todo esto saldrá un montante muy alto. ¿Pero quién dice que no pueden auto consumirlo en sus propias cooperativas? Crear economía local, también desde el punto de vista del ocio, el deporte, la cultura, el arte, la música, la danza… en definitiva generar la interacción de todo un barrio. En una asociación, algo tan sencillo como analizar las facturas de energía, telecomunicaciones, actividades realizadas, compras… ¿por qué no empezar por ahí? Seguramente van a ahorrar, van a tener un consumo de mayor calidad y el margen de beneficio va a quedar dentro de la comunidad. Es cuestión de empezar a organizarnos, pasar de competir a cooperar.
¿Habéis notado un mayor nivel de concienciación y sensibilización entre las personas que forman parte de alguna asociación o movimiento?
Salvador: Una persona que tiene una inquietud colaborativa o de asociacionismo, evidentemente ya trae de serie el chip. Una de las palabras clave en el futuro próximo será colaborar. Como vamos a tantos sitios, al final somos como la abeja que poliniza, vamos recopilando de muchos sitios y luego vuelcas toda esta información. Al final es un mundo alternativo, muy profundo además, con mucha movilización ciudadana, pero es poco conocido porque no tienen los medios de comunicación a su alcance.