Con casi toda mi trayectoria profesional y vital vinculada a la Fundació Novessendes, tuve mi primer contacto con las Fundaciones Comunitarias (FC) desde el 2008, momento en que Novessendes comenzó su tránsito de lo que era fundación de empresa a desarrollar su verdadera naturaleza; ser un recurso “de los ciudadanos para los ciudadanos”.
Por aquel entonces, junto con un nuevo patronato representativo de nuestra comunidad (Betxí y provincia de Castellón), asumimos la necesidad de estimular la participación ciudadana en la vida pública tomando como referente la Fundació Horta Sud, que nos dio buenos ejemplos y un camino a seguir en nuestros inicios.
Hoy en día hay más de 800 FC en Europa, concretamente en la Comunidad Valenciana tenemos tres ejemplos que han hecho suyo el lenguaje de FC adaptándolo a su contexto y su cultura organizacional: Fundación Novessendes, Fundació Horta Sud y la recién constituida Fundación Comunitaria La Nou.
Con el tiempo hemos asumido e integrado las características de este tipo de fundaciones vinculadas al territorio. Hemos madurado y desarrollado ciertas capacidades, conociendo profundamente nuestro entorno. Como FC hemos reunido conocimiento y la experiencia, hemos tejido alianzas y hemos sido testigos del poder transformador de la comunidad.
Por otro lado, percibimos que los desafíos que enfrenta la sociedad civil son cada vez mayores. Las presiones económicas mundiales están causando la creciente polarización de la riqueza; la manipulación mediática, ligada al desarrollo de las nuevas tecnologías, desafía la capacidad crítica de la ciudadanía; los cambiantes paisajes políticos amenazan la participación democrática de todos los ciudadanos. A esto le sumamos la creciente percepción de desafección política, que acaba suponiendo una verdadera crisis de legitimidad de las instituciones.
Ante estos desafíos, ¿Cómo podemos las FC desbloquear el poder colectivo organizado de las personas para lograr un cambio sistémico? Desde mi experiencia me atrevo a compartir estas reflexiones con objeto de fomentar la reflexión y el debate.
1) Fomentando la conciencia comunitaria contrarrestando la desafección
Las FC tenemos muy claro que en el poder de la colectividad se aloja nuestra fuerza motriz para la resolución de problemas. Para ello, una idea que no perdemos de vista es la gran responsabilidad de generar conciencia comunitaria (lo que algunos denominan inteligencia colectiva) que sea la base del compromiso cívico y la participación ciudadana. Esta tarea contribuye a construir capital social, comunidades fuertes y proporcionar a los ciudadanos las habilidades necesarias para una ciudadanía efectiva.
La conciencia colectiva que emerge en condiciones de incertidumbre promueve la acción colaborativa, el trabajo mancomunado entre las partes, el reconocimiento del otro como legítimo otro que agrega valor en la relación, porque el propósito común es compartir el significado del bienestar social para todos los miembros de la comunidad.
Entendemos que la conciencia comunitaria produce un capital intelectual necesario para resolver los problemas que nos afectan a todos. El uso público de esta conciencia resulta imprescindible para evitar la tiranía o la lucha de todos contra todos. Una conciencia con pensamiento crítico que nos haga cuestionar como sociedad nuestros modos de vida, los valores aceptados, las instituciones y las metas asumidas.
Sin felicidad pública no es posible la felicidad privada y lo mismo pasa con los bienes comunes. La conciencia comunitaria es el más elevado marco de evaluación, nos abre el campo donde desplegar todo una vida con sentido y propósito.
Ejerciendo ese liderazgo las FC podemos colaborar en desarrollar habilidades de diálogo, entendimiento y búsqueda de acuerdos que solidifiquen una base social organizada y con ello una comunidad que sabe lo que quiere y lo demanda. Para esto, es un prerrequisito que la ciudadanía cuente con una idea mínima de los valores que debemos compartir como sociedad y a partir de ahí diseñar estrategias conjuntas.
2) Aprovechando el potencial de la acción comunitaria local para afrontar retos globales
A pesar de las presiones socioeconómicas nacionales y globales, a nivel local las personas y las comunidades se autoorganizan para un mundo más justo y equitativo. Como ejemplo, en nuestro entorno, hemos sido partícipes de cómo se combinan las fortalezas colectivas para crear alternativas comunitarias para abordar desafíos en cuestiones tan importantes como la crisis energética, la crisis climática, la soberanía alimentaria, la transformación del modelo económico… a través de la comunidad; formulando propuestas, creando cooperativas y desarrollando nuevos sistemas de participación democrática que permitan hacer oír la voz de todas las personas.
En el centro de esto hay un deseo y una necesidad de poder comunitario que marque la trayectoria de lo que acontezca a nivel ambiental, económico y social. Un poder que dependa menos de la intervención externa y más de la utilización de los recursos de personas y dinero mantenidos a nivel local.
Las FC ayudan a canalizar demandas coherentes y consistentes hacia el bien común, que muestren el valor y viabilidad de lo que proponemos como ciudadanos, esto es la autogestión para conseguir una meta.
Del mismo modo, al adoptar los ODS y alinearse con los mismos, las fundaciones comunitarias pueden demostrar cómo sus estrategias y su labor son fundamentales y generan un elevado impacto, lo que puede atraer socios y financiación, pueden motivar al personal, los miembros de las juntas directivas y los voluntarios, y pueden consolidar la posición de las fundaciones comunitarias como un nexo entre los sectores público, privado y no gubernamental de su territorio.
3) Diseñando conjuntamente escenarios de futuro esperanzadores
La forma de estar a la altura de nuestros valores es convertirnos en catalizadores activos de la comunidad; protagonizando una verdadera transformación a nivel global. El éxito vendrá con nuestra capacidad de fomentar el espíritu cívico, de movilizar los recursos de la comunidad, y de mantenernos optimistas y esperanzados respecto al futuro. Y no es el dinero lo que nos va a ayudar a conseguirlo, sino la confianza en la comunidad, la ilusión, las relaciones y, sobre todo, nuestra vivida pasión por nuestro territorio.
Si somos capaces de imaginar un futuro diferente, justo, que sostenga la vida, seremos capaces de crearlo y ahí estaremos las FC; Liberando el poder colectivo local para lograr cambios sistémicos.
El cinquantè aniversari de la Fundació Horta Sud coincideix amb el cinquantè aniversari del moviment associatiu. I celebrem una efemèride construïda dia a dia gràcies a moltes persones. Per açò recollim diferents mirades de persones vinculades al teixit associatiu, per no oblidar el passat i aprofitar la intel·ligència col·lectiva.
El cinquantè aniversari de la Fundació Horta Sud coincideix amb el cinquantè aniversari del moviment associatiu. I celebrem una efemèride construïda dia a dia gràcies a moltes persones. Per açò recollim diferents mirades de persones vinculades al teixit associatiu, per no oblidar el passat i aprofitar la intel·ligència col·lectiva.
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El cinquantè aniversari de la Fundació Horta Sud coincideix amb el cinquantè aniversari del moviment associatiu. I celebrem una efemèride construïda dia a dia gràcies a moltes persones. Per açò recollim diferents mirades de persones vinculades al teixit associatiu, per no oblidar el passat i aprofitar la intel·ligència col·lectiva.
El cinquantè aniversari de la Fundació Horta Sud coincideix amb el cinquantè aniversari del moviment associatiu. I celebrem una efemèride construïda dia a dia gràcies a moltes persones. Per açò recollim diferents mirades de persones vinculades al teixit associatiu, per no oblidar el passat i aprofitar la intel·ligència col·lectiva.
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