
El Instituto Pro Desarrollo de Torrent
Antonio Magan – Expatró Fundació Horta Sud

“Los entendidos afirman que no se puede tener prisa en un desarrollo comunitario. Pero hay una serie de elementos propios del Instituto y que han de ayudarle mucho en su papel: espíritu joven, unas técnicas de hoy y fe en la capacidad y eficacia potencial de un pueblo como el nuestro, para esr agente de su propio desarrollo”
Article publicat al Butlletí Informatiu de Torrent nº 136, d’abril de 1973, sis mesos després del naixement de l’Institut Pro Desarrollo
Que los vecinos de Torrente se inquieten, se agrupen, busquen sus líderes, discutan sus problemas concretos, decidan y ellos mismos ongan los medios o los hagan poner, para llegar a soluciones…
Encabezamos este artículo apuntando con claridad cuál es la meta que se propone conseguir esa jovencísima entidad, que ha venido en llamarse Instituto Pro Desarrollo, nacida legalmente el día 3 de noviembre de 1972, en que se otorgó escritura de constitución y tomaron oficialmente posesión de sus cargos la primera Junta de Gobierno de la entidad. Su dirección social es calle Chirivella, 26, teléfono 55 32 27. Así pues, viene funcionando ya casi medio año, con un primer proyecto de desarrollo comunitario, apoyado por la Caja de Ahorros de Torrente, que también lo hizo con la creación de la entidad.
¿Qué precipitó el nacimiento del Instituto? Su antecedente más inmediato ha sido la estructura que dio lugar a la realización del Estudio Socio-Económico de Torrente, recientemente terminado. Ya esa organización estaba impregnada en su misma médula, por la idea de que la población <<participara>> en la gestión, dentro de sus posibilidades. El equipo técnico de sociólogos, el equipo codirector y las diez comisiones formaron una estructura de cooperación en la que la <<cogestión>>, usando un término de técnica empresarial, fue una realidad. Podemos asegurar que la participación y el peso de esas ciento veinte personas ha influido decisivamente en el fruto final y a un nivel que quizás muy pocos puedan figurarse.
Por otro lado, y desde el primer momento, siempre se pensó y se dijo frecuentemente que el estudio de la realidad de Torrente no podía reducirse a servir de simple ornamento de bibliotecas o todo lo más a un compendio de datos más o menos anecdóticos.
Dos ideas elementales quedaban, pues, claras, ya por aquel entonces, pensando en lo que durante y luego de realizado el estudio había que encauzar y conseguir:
- Participación de los vecinos, y
- Eficacia de la misma, frutos tocables.
Pero, ¿había alguna técnica especial para conseguir tales metas o era sólo cuestión de buena voluntad, ganas de trabajar, algún dinero y mucha suerte? Se pensaba más bien que conseguir la participación de los vecinos de Torrente y encauzar esta inquietud hacia una eficacia era un arte más o menos inconcreto y no una técnica bastante depurada?
Afortunadamente esto no es así, y fue muy grata la sorpresa de aquel equipo codirector, cuando quedó enterado del contenido de la propuesta de desarrollo comunitario (?) enviada por los señores García y del Valle, por petición directa de los técnicos del estudio. Se indicaba en ella sobre la conveniencia de buscar el desarrollo material, la mejora de servicios, etc., a través en primer lugar, de inquietar y promover la agrupación de los vecinos de Torrente, logrando al mismo tiempo su promoción como personas, frecuentemente olvidada. Que todo eso se llamaba desarrollo comunitario, y para conseguirlo existían unas técnicas universales que no dejaban de tener similitud con las técnicas de grupo o las de moderna gestión en la empresa; todas ellas marcadas por el mismo signo de la participación, característica muy destacada de la época en que nos ha tocado vivir. En fin, que no éramos los primeros en intentar tal empresa, pudiéndose citar los ejemplos de Madrid y Barcelona a nivel de algunos de sus barrios, y Guadix y Hospitalet a nivel local.
“Desde el primer momento, siempre se pensó y se dijo frecuentemente que el estudio de la realidad de Torrente no podía reducirse a servir de simple ornamento de bibliotecas o todo lo más a un compendio de datos más o menos anecdóticos”
Así las cosas, alguien dijo que todo ello convendría enmarcarlo en una nueva institución que diera consistencia, sin menoscabo de su capacidad de adaptación, a ese cúmulo de ideas. Pareció bien, se aprobó la idea y al medio año nació el Instituto Pro Desarrollo.
Esta es, a grandes rasgos, la génesis del Instiuto, que en estos momentos está embarcado en una empresa nada fácil: los entendidos afirman que no se puede tener prisa en un desarrollo comunitario. Pero hay una serie de elementos propios del Instituto y que han de ayudarle mucho en su papel: espíritu joven, unas técnicas de hoy y fe en la capacidad y eficacia potencial de un pueblo como el nuestro, para ser agente de su propio desarrollo.